Ya cansa
empezar de cero
volver a arrancar, volver a reeditar los músculos de las zonas dormidas. Siempre
hablamos de que andar en bicicleta es un saber que se aprende una vez y nunca más se olvida, pero no
tenemos en cuenta que cuando pasan muuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuuchos años
el saber está allí
pero los músculos
no. ¿Las ganas?
Los músculos no.
Y reconstruir músculos, ruta, poner el cuerpo,
agota
mentalmente.
El cuerpo ya vivió muchas duchas con el calefón apagado, se limpió muchos fluidos con el corazón vacío, se despertó perplejo en noches sin sueño, se acalambró imbécil en largas jornadas de esperar a que el tiempo pasara... Entonces la mente ya no quiere anudar anidar en esos matrimonios o ejercicios con el cuerpo.
¿Y qué queda entonces?
¿Queda?
¿Hay huesos donde tender nuevas carnes?
Fibras rojas, tupidas, espesas y brillantes, vibrantes y fornidas,
viajeras, intensas,
¿hay?