lunes, 4 de enero de 2016

La mosca Icaro

Entre los trabajos más impresionantes que me ha tocado relevar este año lectivo, se encuentra la obra del Dr. Sdiovedovar sobre la mosca Icaro. Una mosca bastante similar a la mosca doméstica en morfología, fisiología y hábitos pero que, sin embargo, cuenta con la sorprendente costumbre de acercarse demasiado a las hornallas de cocinas y anafes, provocándose ella misma unas heridas de tal gravedad que, la mayoría de las veces, tal aventura termina con la muerte del artrópodo.

Trabajos posteriores del equipo del Dr. Sdiovedovar, ya emancipado de su mentor, hablarían de una "posible tendencia a la autoeliminación de estos invertebrados" (Epúmer, Martínez & Choconauti, 2009, p.211), pero lo presentan más como una especulación de restopub, que como una verdad fehaciente y dotada del señorío que la academia toda requiere.

A pesar de ello y en un marco de solemnidad que marida en absoluta consonancia con los fines universales de la máxima erudición verificable, las últimas publicaciones de Pussyhouse, Fiat, D'agapornis y Greybeaver, (2016), subrayan la inevitable empiria que revela el deseo, cuando no la necesidad en la mosca Icaro, de finiquitar su estado vital a través de la quema, la purificación absoluta, el chamusque dionisíaco o la "calcinación magnánima" (Quovadis, 1209, p.666). Recordemos que en la mitología griega, Icaro consigue tipo unas alas que se las pega un familiar en la espalda para poder escapar del castillo del Minotauro y es en el franco camino hacia la libertad, que el muchacho resulta "abombau por una lujuria solar" (Fierro, 1995, p.1) por lo que asciende queriendo alcanzar al astro rey hasta que sus alas se despegan tras el irrebatible derretimiento de la cera, y cae al mar muriendo ahogado en altas tragedias. Entonces está todo mal, porque Icaro no muere por el acercamiento al Sol, porque no llega ni a gancho. La mosca Icaro, sin embargo, sí muere quemada. Además y fijate bien, la mosca se quiere matar, pero Icaro quiere llegar al Sol porque es un estúpido. ¡Entonces no tienen nada que ver! Es como el temita este de que a los pajeros se les dice Onanistas, cuando acá todos leemos la Biblia y sabemos que está mal dicho porque el libro dice que Onán acababa afuera para no llenarle la panza de huesos a la cuñada que volvió del Cabo más flaca, más quemadita y más puta.

Silenci

Esto es un recordatori. Habla, retiene y recuerda la piedra blanca, el cero y silenci. Es extremadamente fundamental en cualquier momen...